Estos días aprendí algo; algo que
contradice muchas frases que a la gente le encanta citar a menudo,
concretamente una que dice:
“Nadie merece nuestras lágrimas”.
Lo cierto es que sí que hay personas
que se las merecen, porque no hicieron nada, simplemente ser como son. Pero el
tiempo te puso en un camino distinto, en uno más largo y cuando por fin llegas,
ya no hay mucho que hacer, pero sigue mereciendo la pena. Entonces, las
lágrimas, son más dulces y el nudo en el estómago, ese que todos conocemos, te
saca una sonrisa; una sonrisa que se mezcla con las lágrimas y las ganas de
gritarle al mundo que sí, que te pasó, que pasará, pero que mereció la pena y
que la vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.